20 de julio de 2008

Islas Malvinas - Iluminados por el fuego

Olé te cuenta cómo es el fútbol hoy en las Malvinas. Hay una selección que tiene su mundial y hasta un torneo que juegan equipos de pubs. Un kelper habla del partido contra argentinos, en las Islas, en 1976.



El día en que empezó la aventura más trágica de nuestro país, en Salta se jugaba un partido del Nacional entre el local Central Norte y Mariano Moreno de Junín. Ese mismo día, la Selección de Menotti se entrenaba en Tortuguitas pensando en el Mundial de España y Popi Larrauri, en Donington, Inglaterra, asomaba para hacer la pole en el Campeonato Europeo de Fórmula 3. Mientras, el que asomaba pero al balcón de la Rosada y saludaba a la multitud que festejaba por el desembarco en las Malvinas no era otro que el presidente de facto, general Leopoldo Fortunato Galtieri. Debidamente vestido de fajina, Leopoldo Fortunato levantaba los brazos a lo Perón y se imaginaba estatua, calle o plaza. Pero no fue ni estatua ni calle ni plaza. Fue un irresponsable. Porque cebado, empinado, se aprovechó de un genuino sentimiento nacional y embarcó al país en la aventura de Malvinas, que costaría la vida a 649 argentinos. En su discurso de aquel 2 de abril, Galtieri, que solía llevar un crucifijo colgado del cuello, invocó la protección de "Dios y su Santa Madre", y mandó a los pibes al muere. Y allá fueron los chicos a la guerra, en la edad en la que se viaja a Bariloche. Pero ahí estaba Leopoldo Fortunato, patotero, patriotero, derrapando desde el balcón "si quieren venir, que vengan". Un Leopoldo Fortunato que cuando no saludaba a la plaza ni mandaba a los soldados al muere, escuchaba folclore, zapando con la guitarra y zarpándose con la bebida. Además de represor (en junio del 02, el juez Claudio Bonadío lo procesó por el secuestro y la desaparición de 18 militantes montoneros), fue futbolero. Fanático de Racing, disfrutó del equipo de José y del gol del Chango Cárdenas. Ya cuando Racing salió campeón de la mano de Mostaza, en el 2001, no se asomaba ni al balcón de su departamento. Vivía en Villa Devoto, entre los achaques y los escraches.

Hoy, a 25 años, las Malvinas figuran como patrimonio de la corona. Así lo dicen la ONU y sus mapas. O sea, para ellos son las Falkland. Porque allá se habla inglés, se admira a Beckham, mandan la religión anglicana tanto como la religión de tomar cerveza en los pubs, y se atraganta el té de las cinco cuando se ve la imagen del Diego.

Puerto Argentino o Puerto Stanley, depende de la bandera idolatrada, es la capital de las Islas. Allí viven alrededor de 2.100 habitantes. Allí está el cementerio de Darwin, donde descansan los restos de 237 compatriotas que pelearon por las Islas. Hay dos restaurantes y cinco pubs. Es un lugar silencioso donde la rutina se altera por la llegada de los barcos y el ir y venir de los recién casados ingleses que van de luna de miel a las Islas. Hace un frío de novela pero, tras su manto de neblina, hay ruido de pelota. Sí, en las Malvinas se juega al fútbol y hasta tienen una asociación madre como la AFA pero que se llama Falkland Islands Football League (no reconocida por la FIFA). Nacida en 1947, organiza un torneo del que participan cuatro equipos, sponsoreados por compañías o negocios locales. La temporada va de noviembre a marzo y los partidos son en el Stanley Stadium de la capital. Los equipos que juegan son el Sullivan Blue Sox, Penguin News (bancado por un diario de las Islas), el Victory Bar Boys (de un pub) y el Globe Tavern Wanderers (de otro pub).

Juanita Brock, periodista del Falkland Island News, cuenta: "Acá son todos muy amantes del fútbol. En el Mundial de Alemania se transmitieron todos los partidos y cuando jugaba Inglaterra la gente se juntaba en los pubs. Hubo mucha euforia". Pero en las Islas la euforia no es sólo por Beckham y Cía. Las Malvinas tienen su propia selección. Patrick Watts fue jugador del equipo nacional y además lo dirigió durante cinco años. Desde las Islas, señala que tiene más de 100 presencias en el seleccionado y que hizo 76 goles: "La principal competencia de la selección —cuenta Patrick— son los Island Games, que se juegan cada dos años. Ahí mandamos a los mejores 18 jugadores. Compiten 25 islas, incluyendo islas de Noruega, Suecia, Finlandia, Estonia, Gran Bretaña, Grecia, Canadá... La última vez que competimos fue en el 2005, en Shetland, una isla escocesa, donde sorprendimos ganándole por 2-1 a Aland (isla de Finlandia), aunque no clasificamos para las semifinales".

Watts cuenta que ningún jugador de la selección peleó en la guerra: "Muchos ni habían nacido o apenas tenían cinco o seis años", señala. En 1997 la selección de las Malvinas viajó a Chile para disputar tres amistosos. "Fue en la región de Magallanes —precisa Watts—, donde le ganamos por penales a la Universidad local y nos quedamos con un trofeo".

Además de participar de los Island Games y de organizar partidos con nuestros países hermanos, la selección de las Malvinas también juega amistosos contra soldados ingleses de la base militar: "Cuando vienen barcos a visitar las Islas jugamos contra los marines". Además, Patrick recuerda que una vez hubo un Argentina vs. Inglaterra pero sin periodistas ni fotógrafos ni Mano de Dios. "El partido fue en las Islas, en 1976, cuando un grupo de trabajadores de YPF vino a instalar tanques de combustible en Stanley. Entre 1971 y 1982 teníamos una conexión aérea regular con Comodoro Rivadavia, desde donde traían combustible y otros productos. Los trabajadores de YPF formaron un muy buen equipo y jugamos por una copa. Ganamos nosotros 2-1. Hoy la relación con los argentinos es buena y lo que hacemos es guardar en nuestra memoria a los hombres de ambos lados que fueron innecesariamente asesinados en la guerra".

Nota publicada en www.ole.com.ar el 24 de Febrero de 2007 MARIANO MURPHY - MARINA BUTRON mmurphy@ole.com.ar; mbutron@ole.com.ar

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